miércoles, 15 de junio de 2016

Otra oportunidad. Capitulo 3

3er Capitulo.

Me agaché y ya no fui capaz de escuchar la respuesta de Sapphire, casi hincada avance hacia la salida del túnel y corrí hasta el estacionamiento, reprimiendo los sollozos que amenazaban con asfixiarme. Corrí y corrí alejándome de la escuela y de mis sueños, de mi cuento de hadas y de mi príncipe. 

Alejándome del villano… 


Logré parar de llorar antes de entrar a mi casa, sabía que tendría los ojos rojos y una parte de mi mente ya trabajaba en una excusa mientras que la otra registraba el sonido del móvil llamando. Lo saqué de mi mochila y por primera vez, desvié una llamada de Junsu.

-¿Cómo estas tía? – Pregunté al teléfono con la primera sonrisa sincera en días, tal vez si tenía la oportunidad lograría unirme como voluntaria y me iría de la ciudad, eso sería lo mejor. Era mucho más sencillo que enfrentarme a todo lo demás.

- Yo estoy genial, mucho más bronceada que antes, deberías verme – Dijo con una sonrisa en su voz mientras yo apenas alzaba las comisuras de mis labio.
- Me alegro mucho – Murmuré. 
- ¿Te alegras de que me haya tostado la espalda? – Preguntó burlona.
- No, no de eso, lo siento – Dije sonriendo.
- ¿Cómo estas cariño?, tu mamá dijo que estás enferma pero te oyes perfectamente como para tener la gripe – Acusó.

Me maldije por no cuidar los detalles, la tía Alexis no creería que un resfriado que me había incapacitado de ir a la escuela por tres días se quitaría de la noche a la mañana. 

- ¿Me creerías si te digo que sucedió un milagro? – Susurré con los ojos cerrados.
-Cuéntame querida – Pidió mi tía con voz suave.

Me limpié la lágrima que recorría mi mejilla tan solo de pensar en pronunciar las palabras. 

- Junsu no me quiere – Fue todo lo que pude decirle. 
- Cariño, ¿estás segura? – Preguntó con voz escéptica.
- Lo escuche cuando lo decía tía, y yo sólo no puedo verlo, no ahora, me duele demasiado –Terminé.
- Sé que debe dolerte mucho cariño, pero esconderte no solucionará nada, debes enfrentarlo y preguntarle, al menos haz que lo diga en tu cara, haz que diga que no te quiere, a ver si se atreve – Dijo mi tia Alexis como una guerrera llamando a la batalla, me hizo reír entre lágrimas - Quizás lo sorprendas y te sorprendas – Murmuró.

Me despidió haciéndome prometer que no seguiría fingiendo resfriados sólo para huir de los problemas. Pasé el día ‘recuperándome’, mirando por la ventana la mayor parte de la tarde y recordando las palabras de la tía Alexis: ‘Haz que diga que no te quiere’. 

A pesar de que el solo hecho de tenerlo enfrente me hacía querer correr en dirección contraria, la verdad es que deseaba que tuviera el valor de decírmelo en la cara, que tuviera el valor de decirme que me había hecho un favor, quería que él se sintiera tan mal como yo me había sentido. 

Una parte de mí gritaba que eso no era suficiente, pues yo estaba herida muy en el fondo. 
Yo lo quería, por eso dolía tanto. 
¿Y si pudiera hacer que él dijera lo contrario? 
Que admitiera que me quería, que sentía algo por mí, lo que fuera, solo lo justo para que yo pudiera lastimarlo igual a como él me había lastimado. 

Miré como el cielo fue volviéndose oscuro hasta que la noche cayó por completo mientras mi mente seguía trabajando, mi corazón se había rendido demasiado lastimado para discutir.

Le estaba dejando todo a mi cabeza. 
¿Podría hacerlo? 
¿Quería hacerlo? 

Sabía en el fondo que lastimar a Junsu me lastimaría a mí pero aun así me pasé la siguiente hora buscando el mejor conjunto de ropa con el que pudiera volver a la escuela. 

Justo antes de ir a dormir mi móvil sonó, él había llamado a la casa estos días, pero gracias a que yo lo había pedido, mamá había contestado y le había informado que no era necesario que me visitara. 

Contesté respirando hondo, mirando la falda sobre el cobertor. 

- ¿Hola? – Murmuré. 
- ¿Cariño? ¿Cómo estás?, te escuchas mejor – Dijo Junsu precipitadamente.
- Si, ya estoy mejor, un poco – Contesté con voz monótona.

El silencio al otro lado de la línea fue de varios segundos. 

- ¿Iras a la escuela mañana? – Preguntó finalmente.
- Supongo, sólo fue un resfriado Junsu, no quedé inválida – Contesté cortante.
- No te oyes como tú – Admitió después de un rato.
- Quizás porque tengo sueño, nos vemos mañana – Susurré entre dientes. 
- Buenas noches – Alcancé a escuchar antes de colgar la llamada, enterrar el rostro en mi almohada y prometerme que sería la última vez que lloraría por él.

(…)

Me las arreglé para salir casi media hora antes de mi casa para la escuela y así estar segura que no me encontraría a Junsu de camino. 

Me dirigí a mi primera clase y me senté a esperar que Lara llegar, dudaba que ella se hubiera tragado del todo lo del resfriado. 

- ¿Fue una gripe o un cambio de cerebro? – Preguntó al llegar hasta nuestra mesa. 

Sonreí sin poder evitarlo, si la había sorprendido a ella ya era ganancia. 

- Es solo una falda – Argumenté rodeando los ojos. 
- Añadiendo pequeños detalles como que tus zapatos permiten ver las uñas pintadas de tus pies, el brillo labial y tu cabello perfectamente alaciado: si, es sólo una falda – Terminó ella entrecerrando los ojos – ¿Me vas a decir a que se debe el cambio? – Preguntó después de unos minutos de trivialidades.
- ¿No me veo bien? –pregunté algo temerosa- 
- Muero de ganas de verle la cara al idiota de tu novio, pero únicamente deseo que no lo hayas hecho por él, todo esto debe ser por ti, ¿lo entiendes verdad? – Preguntó mientras yo me salvaba de contestar ante la entrada del profesor.

Después de algunas clases noté a más de una persona mirándome, casi sin disimular, la discreción no es el fuerte de un adolescente. Finalmente encontré a Lara justo a la entrada de la cafetería, tomamos nuestra comida y nos sentamos en una de las mesas apartadas. 

- Ojalá vieras su cara, ¡no vayas a voltear! – Murmuró ella minutos después mientras yo me quedaba a medio camino de girar mi cabeza.

Sabía a quién se refería. Me esforcé por relajar mi postura. 

- Te ha seguido con la mirada desde que veníamos caminando – Dijo mi amiga con una sonrisa engreída – Felicidades, has dejado con la boca abierta a Junsu – Declaró Lara antes de fruncir el ceño.
-¿Qué? – Pregunté. 
-Se fue – Gruñó.

Llegué a pensar que todo aquel plan sobre vengarme había sido solo otro de mis sueños imposibles, justo antes de que su mensaje llegara una clase antes de salir: ‘te llevo a casa’.

Era todo lo que él había escrito. Mi cuerpo se estremeció de puro nerviosismo, pero tristemente las lombrices habían desaparecido de mi estómago. 

Llegué a su auto antes que él, solo un momento antes, Changmin me saludó con la mano a varios autos de distancia y yo le correspondí con una sonrisa. 

- No parece que hubieras estado enferma – Dijo Junsu a mi espalda y por su tono de voz, la molestia era evidente. Me giré con la mejor sonrisa que pude.
-También quieres un justificante – Pregunté en broma y él solo negó con la cabeza, medio sonriendo y murmuró que subiera al auto.

Miré por la ventana la mayor parte del camino, reuniendo fuerzas. 

- Deberías tomarte una foto – Susurró él finalmente y yo fruncí el ceño mirándolo. 
- ¿Por qué? – Pregunté genuinamente confusa. 
- ¿Cómo le dices?, es algo digno de capturar en una imagen…Aunque sinceramente, no entiendo a qué se debe el cambio – Terminó. 
- A ver sí entendí bien, ¿me estás diciendo que me veo bien pero que piensas que debe haber un motivo detrás? – Inquirí mientras él sonreía. 
- ¿No fue un muy buen cumplido, verdad? – Preguntó con una sonrisa. 
- No buscaba uno – Dije encogiéndome de hombros y noté su mirada sin que me permitiera mirarlo de frente. 
- ¿Te aburriste estos días? – Preguntó. 
- No, la verdad es que estuve pensando mucho – Admití rezando para que la voz me saliera firme para las siguiente palabras. 
- ¿En qué pensabas?
‘¡Bingo!’
- Cosas…como por ejemplo, ¿por qué nunca lo hemos hecho? – Pregunté con voz neutra, él dio un volantuzo inofensivo pero aun así me hizo tensarme por completo – Porque somos novios y se supone que estamos deseosos de hacerlo, ¿no? – Terminé justo cuando él giraba para avanzar por nuestra calle. 
- ¿En eso pensabas estos días? – Preguntó en voz baja sin mirarme. 
- Si, ¿tú qué piensas?... ¿por qué no lo hemos hecho? – Pregunté esperando que aunque me impidiera terminar con mi plan, él me dijera la verdad: ‘Porque no te quiero’.
- No lo sé – Contestó en cambio. Sus ojos buscaron los míos y por un momento no fui consciente de nada más.
- Supongo que no importa, ¿cierto? – Pregunté mientras me colocaba la mochila y tomaba la manija de la puerta. 
- Espera – Murmuró. Me estremecí cuando su mano tomó mi hombro, sus dedos se deslizaron hasta mi cuello y me giró lentamente, de pronto él estaba cerca, demasiado. 
- Junsu, yo… 

No pude terminar pues él me estaba besando; un beso real, un beso apasionado como en mis mejores sueños, sus manos enmarcaban mi rostro y su lengua buscaba que yo la dejara entrar entre mis labios. Sin poder evitarlo quise probarlo, por un momento olvidé todo y solo pude sentirlo, las lombrices habían regresado, ‘traidoras’, todo mi cuerpo parecía vibrar, nuestros labios se rozaron una y otra vez mientras nos probábamos. 

Él murmuró mi nombre bajito y eso regresó todo de golpe, como un choque eléctrico. Me separé de sus labios y me miró, sin soltarme, pegando su frente a la mía, sin siquiera notar lo tensa que estaba mi espalda.

- Te extrañé – Murmuró con los ojos cerrados y yo no pude evitar odiarlo en ese momento, ¿no era suficiente con estar haciéndome un favor?, ¿tenía que mentirme también?

Me alejé obligándolo a soltar mi rostro y me despedí rápidamente entrando a mi casa. 

Quizás era verdad que si jugabas con fuego podrías quemarte, ¿cómo iba a hacer que él dijera que me quería para luego dañarlo si como un solo beso yo me olvidaba de todo?, ¿si con un solo beso todo lo que sentía por él inundaba mi cerebro y aún herido, mi corazón comenzaba a latir como loco? 

Era imposible, casi suicida. 

Estaba decidida a alejarme de él y olvidarme de venganzas absurdas que solo lograrían destruirme un poco más.

Me pasé la tarde en la habitación, evitando a mamá y su sonrisa cómplice después de que hubiera admitido que nos había visto por la ventana.

Estaba a punto de ducharme cuando sonó el móvil. Me obligué a contestar la llamada de Junsu, pues lo había dejado sonar hasta el quinto timbre y no colgaba.

- ¿Puedes venir?- Preguntó sin más. Yo parpadeé, mirando mi habitación, pensando en un “no” sin poder pronunciarlo.
- ¿Por qué? - Pregunté en cambio.
-Por favor – Pidió casi molesto. Yo cerré los ojos aunque fui incapaz de callar mi corazón.
- Sólo necesito hacerles creer que me voy a dormir, ¿está bien?- Terminé mientras él murmuraba la hora seguido de una maldición. Él dijo algo más en voz baja y luego colgó, fruncí el ceño al móvil y pensé en no moverme de la habitación, pero supe que eso sería imposible, lo cual demostraba que jamás podría dañarlo como él había hecho conmigo, lo quisiera o no.

Mi escapada duró más de lo estimado…

Me despedí para “irme a la cama” después de que mamá corroborara que había cenado algo ligero, acomodé la cama de tal manera que pareciera ocupada y esperé unos minutos más antes de ir al patio trasero y salir por la puerta posterior, tuve que rodear la calle antes de poder llegar a la casa de Junsu.

El frente de su casa estaba en completa oscuridad. Me coloqué la mochila firmemente contra mi hombro, pensando interiormente que era algo ilógico haberla traído y me acerqué hasta tocar a la puerta. Él abrió segundos después y me miró casi molesto.

- Pensé que no vendrías – Murmuró haciendo un gesto con la mano para que pasara, me quedé estática en el porche.
- ¿Y tu papá? – Pregunté en voz baja.
- Muy buena pregunta – Se burló y se alejó de la puerta, obligándome a seguirle dentro.

Cerré la puerta a mis espaldas y respiré hondo, Junsu iba subiendo las escaleras de su casa de dos en dos.

Dos minutos, sólo necesitaba que alguien lo escuchara, como siempre. Además ya estaba debidamente comprobado que Junsu sería el último hombre al que le interesaría tenerme en su habitación.

Me detuve en el marco de la puerta, él se había sentado en la orilla de la cama, enterrado el rostro entre sus manos.

- ¿Dónde está?- Pregunté en voz baja. Ambos sabíamos que hablaba de su padre.
- Va a pasar la noche con la bibliotecaria - Gruñó sin mirarme.

Suspiré, comprendiendo todo. Al menos su actitud de esta noche. Me acerqué lentamente hasta llegar a su lado, me senté junto a él, dejando una cierta distancia.

- Tu padre ha estado solo mucho tiempo – Murmuré mientras él reía sin humor negando con la cabeza.
- No trates de justificarlo. Había tratado de convencerme de que podría enamorarse de nuevo, pero que toda la relación con esa mujer se desarrollaría paso a paso, con suerte yo ya no estaría para verlo, pero esto no se trata de amor, se trata de que él encontró a alguien con quien follar – terminó entre dientes.

Me quedé callada, sintiendo mis mejillas enrojecer.

Moví mis piernas, incómoda en el silencio siguiente, eso pareció llamar su atención, sus ojos recorriendo la piel expuesta por la falda, haciendo que se me pusiera la piel chinita y que para mi sorpresa las lombrices regresaran moviéndose en mi estómago.

-Debería irme – Murmuré.

Él levantó la vista por fin, sus ojos parecían confusos, enojados… y dolidos.

- Te necesito – Susurró casi sin voz.
- ¡Qué novedad! – repliqué levantándome, lo escuché moverse cuando caminé hacia la puerta.

Junsu siempre me necesitaba como si necesitara a una mascota.

-¿Qué? – Murmuró deteniéndome, forzándome a girarme y mirarlo. Estaba demasiado molesta y confusa para callarme.
-Siempre es sobre lo que tú necesitas- Le expliqué en voz muy baja, él me miró por largos segundos en silencio, con sus ojos miel oscuros observándome intensamente, jamás me había mirado así.

-¿Qué es lo que tú necesitas? – Murmuró, con su pulgar acariciando mi mejilla.

A ti, quise contestarle, pero sólo cerré los ojos un momento negando con la cabeza.

-No importa, quizás ya deberías saberlo ¿no? – Murmuré.

-Quizás sí – Aseguró contra mis labios antes de besarme.
Una de sus manos sujetó mi rostro mientras que la otra sostenía mi espalda, acercándome a él, como si temiera que pudiera dejarlo.

Ojalá hubiera podido

Sin embargo me quedé y lo besé igual, con todo lo que sentía por él saliendo por cada poro de mi piel, todo parecía más caliente y luminoso, murmuró mi nombre entre nuestros labios y me besó de nuevo, su lengua entró en mi boca, acarició mi paladar y tentó a la mía, como si necesitara que también ahí nos tocáramos, su mano en mi espalda bajó mucho más hasta encontrar la orilla de mi falda mientras que la que permanecía en mi rostro bajó marcando a fuego un camino hacia mi pecho.

Me tensé solo un momento, antes de que él moviera su palma, con la presión justa para hacerme temblar, hice un ruido agudo contra su boca, él sonrió bajando, dejando mis labios y encontrando mi cuello. Parecía que nada más importaba que seguir sintiendo todas esas sensaciones y que no podía tener suficiente, acaricié su cabello y sus hombros, deseando poder quitarle la camisa que llevaba, pero no lo hice, solo me concentre en el calor de su piel que traspasaba la tela. Su beso se volvió más exigente y sus manos más furtivas, las sentía en todos lados, una de ellas bajo mi blusa acariciando mi estómago alocando a las lombrices, la otra estaba tocando mi ropa interior.

- Junsu– Murmuré entre un gemido y una advertencia, él negó besándome y su mano se alejó solo un poco de mis muslos y decidió que ambas estaban mejor contra mis pechos, aquello se sentía tan extraño, decadente y casi perfecto que no pude encontrar palabras para decirle que se detuviera, casi sin darme cuenta mi blusa estaba en el piso y solamente la delgada tela del sostén separaba su piel de la mía. 
- Junsu – Advertí de nuevo cuando él se había quedado estático mirándome, fue demasiado tarde, en un movimiento, el bajo las copas para poder dejar mis pechos libres: me estremecí de miedo, ansiedad y expectación, sus labios murmuraron algo que no pude distinguir y sus manos acariciaban mi piel casi con extremo cuidado, mis piernas se sentían de gelatina, miré como su boca se acercaba a ellos, debía detenerlo pero estaba paralizada. 
- Linda– Susurró antes de besar el valle entre mis pechos, cerré los ojos mordiéndome los labios, debí haber perdido la noción del tiempo por un segundo, pues me sobresaltó cuando me abrazo de nuevo y nos hizo girar hacia la cama.
El contraste entre el suave colchón a mi espalda y su cuerpo sobre el mío era tan diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado antes. 
Sus manos recorrían mis piernas mientras me miraba intensamente. 
- Tócame, por favor – Murmuró mientras me besaba de nuevo, enredé las manos en su cabello pero a pesar de su sonido de aceptación aquello no parecía ser suficiente, así que bajé a su camisa y sin darme cuenta comencé a desabrocharle los botones, iba a casi a terminar cuando se rió ante mi estremecimiento cuando rozó con la punta de sus dedos la tela de mi entrepierna. 
- Desde que llegaste yo también he pensado por qué no lo hemos hecho – Susurró con una sonrisa casi infantil, como si estuviera feliz de decirlo, peor aquello sólo me recordó todo por lo que yo había decidido terminar con él, dejarlo libre, liberarlo de su carga, quise detenerlo pero solo logré arquear mi espalda cuando sus dedos acariciaron mi sexo húmedo apartando la tela, sentía demasiado calor, no podía pensar con claridad, me quitó la ropa interior mientras yo formaba puños con los extremos de su camisa. 
- Junsu – Jadeé mientras el introducía un dedo en mí y luego dos. Mi cerebro gritaba detente, mi corazón lloraba - sigue. 
- Dime que sí, déjame – Pidió, aunque sin esperar respuesta pues volvió a besarme y separó mis piernas con las suyas, sentí su erección a pesar de no poder verla, su cuerpo caliente rozando el mío. 

- Junsu, yo…- Murmuré contra sus labios con los ojos vidriosos. ¿Sigue o detente?-
Jamás lo hubiera podido decidir, él tampoco me dejó.
Comenzó a entrar en mi, lento, con el rostro tenso y la mirada fija en mis ojos, me tense mordiéndome los labios y aforrándome a su hombros.
- Relájate, por favor, déjame amarte – Murmuró mientras las lágrimas salían de mis ojos y mi mente se rendía ante el corazón- 
Solo por estos minutos, dejaría que él me amara a su manera. 
El dolor entre mis piernas llego casi repentinamente y así se fue, dejando solo una extraña e incómoda sensación, me besó de nuevo, solo fugazmente y enterró su rostro en mi cuello.
-Tócame  – Pidió contra mi piel mientras yo pasaba mis manos por su espalda abrazándolo. 
-Bésame – Sollocé mientras él maldecía y unía nuestros labios, saliendo de mí y entrando de nuevo, lentamente, la sensación no era placentera ni dolorosa, más bien extraña, pero sus labios pronto me impidieron que pusiera atención a sus movimientos, beso mis labios, mi cuello y mi pecho, haciéndome arquear la espalda, mientras una de sus manos enmarcaba mi rostro la otra desapareció entre nuestros cuerpos. 
- Vamos cariño, déjate llevar  – Susurro mientras me acariciaba, solo por un segundo todo desapareció, solamente quedo su calor y una sensación de dicha en mi pecho un segundo antes de oírlo gruñir mi nombre y separarse.
Sentí como la cama se movía cuando él se acostó a mi lado. Los parpados me pesaba tanto que solo pude abrazarme a mí misma justo antes de que el me atrajera a su pecho, el calor de su cuerpo y sentir su respiración me hizo cerrar los ojos, a pesar de mis disminuidas ganas de alejarme ya…

(…)

Evadir a Junsu en la escuela fue más difícil de lo que había pensado pues, para mi sorpresa, él me estaba buscando.


1 comentario:

  1. Unnieeee!!! ¿Cuándo el siguiente capítulo? Es súper, tengo ganas de seguir leyéndolo. Síguela por favor, me encantó.

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